Me encanta regalarle a las amigas de mis hijas detallitos handmade, ya sean míos o comprados a alguna compañera. Creo que es importante educar a nuestros peques en la belleza, el amor, el cariño, el trabajo, la originalidad y lo único y exclusivo, para que sepan valorar el trabajo artesanal.
Ellas no lo entienden todavía mucho, aunque tienen 9 años, pero sí que lo valoran y les gusta saber que es algo hecho solo para ellas.
Este año como me he lanzado con la aguja, decidí regalarles por sus cumpleaños unos porta bocadillos con sus nombres, a parte de que son todos diferentes y únicos, es una buena manera de contribuir con el medio ambiente. Se pueden lavar sin problemas en la lavadora, el plástico interior es muy suave al tacto y todos están hechos con tela de patchwork.
Carla, Desirée, Azahara, Maite y mis hijas Laia y Mercè llevan sus bocadillos como si fueran un regalo cada día.
Como Laia necesitaba un estuche, también me lancé y se lo hice a conjunto. Os aseguro que me siento muy orgullosa de haber aprendido tanto y de perderle el miedo a la aguja y a la máquina de coser.
El patchwork es unir trocitos de tela en diversas técnicas, aunque la tela en sí la puedes utilizar tanto para trabajarla como para hacer costura. A mi me quedaron las esquinas de todos estos porta bocadillos que en una próxima entrada ya os enseñaré lo he me he hecho.
¿Usáis porta bocadillos o fiambreras para los desayunos y meriendas de vuestros peques?